¡¡Mi papá me portea … y me encanta!!
Actualmente cuando hablamos de porteo nos referimos a una práctica que tanto mamás como papás han asumido dentro de la crianza. Día a día surgen nuevos temas asociados a los beneficios del porteo y en esta ocasión quisiéramos centrarnos en lo que ocurre entre padres e hijos (as).
El hecho de estar tan cerca del papá transmite tranquilidad y seguridad al bebé aportando en el desarrollo de un apego seguro y de un vínculo estrecho entre ambos.
A través de la cercanía durante el porteo y del contacto con la piel, no solo es posible reconocer las necesidades del bebé, sino que también regular su sueño y el funcionamiento de su sistema nervioso producto de las hormonas que se secretan durante este encuentro padre e hijo (a).
El porteo a su vez promueve que los papás se involucren en la crianza de sus hijos (as) pasando más tiempo con ellos, conociéndose mutuamente y transmitiendo una figura paternal capaz de brindarles seguridad y estabilidad emocional.Finalmente, el bebé se beneficia al contar con una mamá que pueda tener tiempo para ella, para su recuperación postparto y para poder realizar las actividades diarias que demanda la maternidad, colaborando de esta manera es su estado de ánimo y bienestar.Es importante comprender que lo principal es que el bebé se sienta seguro y tranquilo y el porteo es una excelente instancia para ir desarrollando vínculos y un apego seguro, por ello es muy importante contar con un portabebés adecuado que facilite esta práctica y despliegue los beneficios mencionados.
A continuación algunos relatos de padres porteadores:
Evolución del papá en el porteo
1.- A mi primera hija no la portee, no teníamos tanta información como ahora respecto a métodos de crianza o estilos de paternidad. Lo que hacía con Amalia era tomarla en brazos y caminar, no recuerdo haber tenido algún inconveniente en ello, pero sin duda haber tenido una ayuda habría sido mejor. Con el segundo hijo fue diferente. La primera vez que portee a Augusto fue extraño, no sabía cómo acomodar sus pies en la mochila, de hecho, creo que lo hice mal, pero recuerdo la sensación de caminar con él pegado a mí y verlo dormir plácidamente. Con el tercero, Ramón, probamos con el fular, me daba mucho calor porque nació en el verano y el fular me arropaba entero, pero me sentía más cómodo porteando porque, por una parte, yo me sentía más seguro y por otra parte sentía como él se acurrucaba perfectamente. Descubrí finalmente, que portear es tremendamente útil y cómodo cuando tienes más de un hijo, permite tener las manos más libres para asistir o jugar con los niños más grandes sin dejar de tener contacto físico permanente con la guagua. Me otorgó libertad de movimiento para estar con ellos y compartir sus aventuras y sin duda que vincularme así de cerca en sus primeros meses de vida me ayudó a generar un lazo especial, con los 3 en sus diferentes versiones de porteo.
Yamil Q. Papá de 3 (45 años)
"Papá y porteo"
2. “Comencé a portear a Violeta cuando tenía dos o tres semanas de vida. En ese momento, apurados y sin mucho conocimiento, compramos una mochila de marca muy popular, porque nos aparecía publicidad por todos lados con bebés recién nacidos. Vimos la necesidad de cargarla de esa forma para tener las manos desocupadas mientras favorecíamos el apego y llevábamos a cabo tareas de la casa. Pude percibir beneficios inmediatos para mí y para ella.
Hoy Violeta, a sus 7 meses, con otra mochila más ergonómica y con muchos cambios, conserva dos formas favoritas de dormir desde esa edad: con la teta y porteada; lo que además me hace partícipe de sus rituales más básicos como la siesta. Además, como kinesiólogo, creo que una asesoría de porteo también puede ser necesaria a la hora de dar el alta a los bebés (y sus padres), considerando además que en el sistema público se entrega de forma gratuita un Meitai: cambiaría notablemente la relación de muchos padres con sus hijos al favorece.r directamente el apego y ser parte activa de las labores de cuidado, que siempre recaen en las madres”
Francisco M. (31 años)
Papá de Violeta y kinesiólogo